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Cómo y cuánto cobrar [por el] diseño gráfico en México.

«Sin duda alguna, todo texto o material de información que ayude a desarrollar en nuestro país una cultura del diseño gráfico, será bien recibido. Todos los días los diseñadores nos preguntamos si estamos dispuestos a seguir escuchando de nuestros clientes, comentarios acerca de nuestra especialidad y, sobre todo, sugerencias directas o indirectas para cobrar lo menos posible. De fútbol, política o diseño gráfico todos nos permitimos opinar.

Toda práctica profesional necesita ser respetada y reconocida socialmente como parte de las herramientas con las que contamos los humanos para mejorar nuestra calidad de vida. El libro rojo del diseño, editado por Sergio Cuevas, Joan Peypoch y Daniel Salinas bajo el título, Cómo y cuánto cobrar diseño gráfico en México, provoca estas reflexiones.

Si no mal recuerdo, este libro es el primer intento serio para establecer un diálogo, con mayores argumentos, entre cliente y diseñador, y una excelente guía para ayudarnos a pensar lo que, generalmente, los diseñadores olvidamos antes de iniciar ansiosamente nuestros procesos creativos, para resolver una demanda de diseño gráfico.

Establecer parámetros para poder pensar el valor de nuestro trabajo, en un mercado de diseño gráfico, tan variado y desigual, como lo son las diferentes ciudades de nuestro país, es una valiosa aportación de los autores de este libro, al desarrollo profesional del diseño gráfico en México. Más que establecer reglas inflexibles, el libro nos va mostrando las diferentes especialidades del diseño gráfico y el complejo desarrollo de cada uno de los objetos gráficos, presentados como ejemplos.

Faltaba en nuestro medio, una herramienta para poder sentarnos con nuestro cliente y buscar un diseño a su medida, dejando de pensar en esa horrible frase que nos convierte de nuestro propio cliente, “según el sapo la pedrada”. Ni el cliente es sapo, ni los diseñadores somos unos primitivos que usamos piedras para cobrar nuestro trabajo. En este sentido, no sólo es necesario explicar al cliente las bondades y beneficios que reciben de nuestro trabajo, sino también justificar de manera clara y honesta el costo de los productos que nos solicitan.

Demuestra este libro que, la calidad del diseño gráfico no radica en lo que cobramos o en la importancia del contratante. El diseño sirve y se agradece cuando cumple con buen gusto y sentido común las necesidades del cliente y del consumidor. Cuando aporta a nuestra cultura visual un respiro en esta contaminación de imágenes en la que vivimos. Cuando organiza y permite una lectura de la información de manera ordenada y transparente, en suma, cuando sirve a que nuestra vida cotidiana a que nuestra vida cotidiana sea más ordenada, fácil y placentera. Estos principios del diseño gráfico casi nunca son presentados como argumentos del diseñador a sus clientes y es una de las razones por las cuales no se ha generado un respeto a la práctica profesional de este ejército de especialistas anónimos que diseñamos letras, imágenes, comunicados, señalizaciones, mapas, libros, periódicos, páginas web y demás productos gráficos que percibimos a través de nuestros ojos. 

Felicidades a los autores por este trascendente esfuerzo.

Comentario por Xavier Bermúdez.”

Si bien, este comentario data de 1993 es un tema que aún sigue vigente, lo que los autores abordan, más allá de establecer cifras exactas, es poner sobre la mesa una reflexión acerca de cómo valorar la labor del diseñador gráfico, sin duda alguna un tema que aún hoy en día es un tema sumamente complejo y urgente por abordar entre el gremio.

Toda práctica profesional necesita ser respetada y reconocida socialmente como parte de las herramientas con las que contamos los humanos para mejorar nuestra calidad de vida. El libro rojo del diseño, editado por Sergio Cuevas, Joan Peypoch y Daniel Salinas bajo el título, Cómo y cuánto cobrar diseño gráfico en México, provoca estas reflexiones.

Si no mal recuerdo, este libro es el primer intento serio para establecer un diálogo, con mayores argumentos, entre cliente y diseñador, y una excelente guía para ayudarnos a pensar lo que, generalmente, los diseñadores olvidamos antes de iniciar ansiosamente nuestros procesos creativos, para resolver una demanda de diseño gráfico.

Establecer parámetros para poder pensar el valor de nuestro trabajo, en un mercado de diseño gráfico, tan variado y desigual, como lo son las diferentes ciudades de nuestro país, es una valiosa aportación de los autores de este libro, al desarrollo profesional del diseño gráfico en México. Más que establecer reglas inflexibles, el libro nos va mostrando las diferentes especialidades del diseño gráfico y el complejo desarrollo de cada uno de los objetos gráficos, presentados como ejemplos.

Faltaba en nuestro medio, una herramienta para poder sentarnos con nuestro cliente y buscar un diseño a su medida, dejando de pensar en esa horrible frase que nos convierte de nuestro propio cliente, “según el sapo la pedrada”. Ni el cliente es sapo, ni los diseñadores somos unos primitivos que usamos piedras para cobrar nuestro trabajo. En este sentido, no sólo es necesario explicar al cliente las bondades y beneficios que reciben de nuestro trabajo, sino también justificar de manera clara y honesta el costo de los productos que nos solicitan.

Demuestra este libro que, la calidad del diseño gráfico no radica en lo que cobramos o en la importancia del contratante. El diseño sirve y se agradece cuando cumple con buen gusto y sentido común las necesidades del cliente y del consumidor. Cuando aporta a nuestra cultura visual un respiro en esta contaminación de imágenes en la que vivimos. Cuando organiza y permite una lectura de la información de manera ordenada y transparente, en suma, cuando sirve a que nuestra vida cotidiana a que nuestra vida cotidiana sea más ordenada, fácil y placentera. Estos principios del diseño gráfico casi nunca son presentados como argumentos del diseñador a sus clientes y es una de las razones por las cuales no se ha generado un respeto a la práctica profesional de este ejército de especialistas anónimos que diseñamos letras, imágenes, comunicados, señalizaciones, mapas, libros, periódicos, páginas web y demás productos gráficos que percibimos a través de nuestros ojos. 

Felicidades a los autores por este trascendente esfuerzo.

Comentario por Xavier Bermúdez.

Si bien, este comentario data de 1993 es un tema que aún sigue vigente, lo que los autores abordan, más allá de establecer cifras exactas, es poner sobre la mesa una reflexión acerca de cómo valorar la labor del diseñador gráfico, sin duda alguna un tema que aún hoy en día es un tema sumamente complejo y urgente por abordar entre el gremio.

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